El proyecto se organiza en tres torres independientes, de vértices orgánicos y jardineras perimetrales, pobladas con plantas autóctonas, que transportan inmediatamente al habitante a un entorno natural. La composición de fachada, con grandes ventanales y paneles recubiertos de cerámica portuguesa esmaltada y orientados siempre hacia la mejor vista, brinda a sus habitantes intimidad en cada espacio y las mejores visuales al campo de golf y su entorno natural.